jueves, 24 de septiembre de 2009

SOY PERONISTA PORQUE SOY MARXISTA

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en diario Sur) A 35 años de la muerte del historiador Juan José Hernández Arregui.El 22 de septiembre se cumplen 35 años del fallecimiento de Juan José Hernández Arregui, pensador y luchador comprometido con su pueblo, de vastísima cultura, a quien puede considerarse –sin exageración alguna– como uno de los intelectuales de más alto nivel en la Argentina del siglo XX . Había nacido en Pergamino, en 1912, de modo que su niñez y adolescencia recibieron los ecos fragorosos de la Revolución Mejicana y los resplandores rojos de la Revolución de Octubre, así como las formulaciones audaces del APRA peruana de aquellos tiempos.Luego, en la encrucijada de la crisis del ’29, se definió radical de izquierda en la Villa María cordobesa para alcanzar, a partir de 1938, a sintetizar el antiimperialismo de los Cuadernos de Forja con las bases del materialismo histórico que abrevaba en las clases de Rodolfo Mondolfo. En 1940 era ya un hombre de izquierda nacional capaz de reivindicar el libro Política británica en el Río de la Plata, de Raúl Scalabrini Ortiz, sabiendo que era de “esos libros que la crítica oficial calla... porque existe un aparato cultural organizado por la clase dominante para silenciar las verdades que cuestionan el orden semicolonial”.Bueno es recordarlo hoy cuando tantos empleados de las corporaciones se rasgan las vestiduras en nombre de una supuesta libertad de prensa que no es más que la libertad de empresa que los explota, la misma que convirtió a Hernández Arregui en un desconocido, “un maldito”, cuando sus libros debían haber circulado por todos los colegios y universidades del país.Juan José, en un replanteo semejante al que hacían Rodolfo Puiggrós y Eduardo Artesano viniendo desde el Partido Comunista, y los muchachos de Frente Obrero, desde el trotskismo, comprendió que en la Argentina, dada su condición semicolonial, existía una cuestión nacional a resolver, además de la cuestión social. Había que bregar, pues, junto a la clase obrera por su liberación de la explotación capitalista y al mismo tiempo, luchar también por la liberación nacional respecto de la opresión imperialista, cuestiones que se entrelazaban explosivamente. Por ello, se alejó del radicalismo y considerando que la izquierda abstracta no tenía destino y el nacionalismo sin pueblo era reaccionario, se sumó a la caravana peronista que se puso en marcha un 17 de octubre. En pocas palabras se definió luego: “Soy peronista, porque soy marxista”. Así jugó todo su talento y su pasión revolucionaria –al igual que J. W. Cooke, Amado Olmos y muchos otros– a una izquierda nacional interna al peronismo.Quienes nos formamos políticamente leyendo sus libros –junto con los de Jauretche, Scalabrini, Ramos y Puiggrós–, especialmente Imperialismo y cultura y Formación de la conciencia nacional, tuvimos la audacia alguna vez de plantearle que la izquierda nacional debía estar al lado del peronismo –“golpeando juntos, marchando separados”– y no adentro del movimiento. Él rechazaba esa táctica sosteniendo que conduciría a hablar de socialismo lejos de los trabajadores. Nosotros pensábamos que él iba a estar cerca de los trabajadores pero no hablaría de socialismo sino de peronismo, pero nos guardábamos respetuosamente el comentario. Todavía hoy ronda por ahí la misma polémica en tanto el peronismo no pudo ir más allá después de la muerte de Perón y en tanto la izquierda nacional no logró aún construir políticamente con la clase obrera.Lo recuerdo hoy como lo vi la última vez, cuando ya lo rondaban aquellos que “tienen, por eso no lloran / de plomo las calaveras... y por donde pasan ordenan / silencios de goma oscura y miedos de fina arena”, como dijera Federico. Insólitamente, me puso una mano sobre el hombro y caminamos unos metros por Paseo Colón. Solo dijo quedamente: “Ahora, nosotros, ¿qué podemos hacer?". Poco tiempo después, el síncope lo tumbaba para siempre, en Mar del Plata, cuando recién empezaba a nacer la primavera.Pero ahora estoy seguro de que después de tanta lucha, tanto silenciamiento, y la bomba aquella que hizo volar su departamento de la calle Guise, tanto macartismo y críticas que aún persisten de intelectuales que dan clase en universidades extranjeras y escriben en tapa de La Nación, Juan José estaría jubiloso con esta América Latina de hoy, que busca su liberación y unificación y donde se habla de socialismo del siglo XXI.
NORBERTO GALASSO